
Así se traduce literalmente la celebración norteamericana Thanksgiving, que se celebra el cuarto jueves de noviembre, en donde las familias se reúnen para dar gracias a Dios. La fiesta va a acompañada de una gran cena y seguida por el Viernes Negro, donde todas las tiendas rebajan sus productos para marcar el inicio de la temporada navideña.
Si los ticos celebráramos esta fecha, me atrevería a describir la fiesta de esta manera:
La cena consistiría en una buena carne asada, bocas para picar donde no falte un "dip", frijoles molidos y salsa chunky. Unas 10 cajas de cerveza, una botella de whisky etiqueta negra, vodka y tequila.
El que pone la casa es el más fiestero y aparte de la familia, van los compas de la oficina, amigos de la U y los del barrio. Todos estos hacen el doble de los familiares, incluyendo a la tía que casi nunca ven y a la abuela con la que no se llevan.
¿Razones para dar gracias? En realidad hay varias. Porque, a pesar de la crisis y el ahogo en deudas, se pudo comprar el iPod más chuzo, ir a la playa cada vez que había fin de semana largo, cambiar el tuco de celular TDMA por un iPhone y juntar la plata para pagar la exorbitante cuenta antes de que le corten el teléfono. O bien, poder pagar la reconexión. Nada que un "tarjetazo" no pueda solucionar.
El viernes, por supuesto que sería de asueto también. Las filas para entrar a las tiendas y aprovechar las rebajas, darían la vuelta entera a la manzana y el 90% de los clientes se llevarían cosas que no necesitan o que luego de una "usada" dejarán en el rincón más oscuro del closet.
La tomadera de guaro se extendería hasta el domingo y el lunes más de uno se reportaría enfermo o llegaría con una cara que no tendría precio.
De igual manera y aunque no tengamos esta celebración; solo nos separan 4 días para que empiece diciembre, el cual estará lleno de fiestas así pero varias veces a la semana.

