miércoles, 31 de diciembre de 2008

Memorias del 2008


¡Qué rápido se fue el año!

Estuvo lleno de acontecimientos y cambios. A nivel internacional, fuimos testigos de la elección del primer presidente negro en Estados Unidos; tuvimos una tica en Latin American Idol que mantuvo a todo el país pendiente de ella; Nery Brenes destacó en las Olimpiadas de Beijin y el mundo enteró fue y sigue siendo golpeado por la crisis económica en Estados Unidos.

Pero lejos de querer hacer un resumen de hechos, aprovecho para compartir lo que me queda del 2008, lo que dejo atrás y lo que anhelo:

- Un cambio laboral que me reta a probarme cada día como profesional.
- La confianza en uno mismo es la clave para hacerle frente a las pruebas que nos pone Dios en el camino.
- No todo sale como uno quiere, pero luego la vida se encarga en demostrar el por qué.
- No podemos poner en manos de otros nuestra propia felicidad.
- No me arrepiento de lo que hice, si no de no haber tenido el valor para hacer lo que quería. A veces es bueno arriesgarse.
- Hay que decir lo que pensamos y sentimos sin temor. Lo más que puede pasar, es que no pase nada.
- Ser lo suficientemente maduro para aprender de los errores y proponerse a no cometerlos de nuevo.
- Analizar bien las cosas para tomar las decisiones adecuadas, pero no tener temor si no resulta como pensábamos. Todo tiene solución.
- No tener miedo a decir no y decir sí sin temor.
- Si no sabe algo, preguntelo sin pena.
- De cada experiencia vivida, tome lo bueno como recuerdo y lo malo como aprendizaje.
- Di "te quiero" sin temor pero acepta cuando no sos correspondido.
- No aferrarse a un amor imposible.
- Luchar por tus metas sin importar lo que los demás piensen.
- Conserva a tus amigos. No les mientas. La amistad se forja con confianza y respeto.
- Tu familia siempre te apoyará en todo momento.
- Que las críticas destructivas no te hagan daño, especialmente si vienen de personas de poco fiar.
- Rodeate de personas de bien.
- Definir lo que quieras para tu vida.
- Disfrutar cada momento vivido sin pensar en lo que vendrá después.
- Y por último, agradecer infinitamente a Dios por permitirme vivir un año más al lado de las personas que quiero.

Solo me queda desearles a todos un 2009 lleno de bendiciones. En los momentos duros, confíen en sí mismos y verán que lograrán superar los obstáculos que se les presenten.

¡Que todos sus sueños se cumplan!

martes, 16 de diciembre de 2008

En tierras centroamericanas

La semana anterior estuve en Honduras y Guatemala, realizando unos diagnósticos de comunicación interna en DHL.

Confieso que iba sumamente asustada pues, tenía una responsabilidad grande al realizar este trabajo sola, habían expectativas sobre mí y estaba ansiosa por conocer a las personas que conforman la empresa en los otros países.

En Honduras me trataron muy bien, aunque solo conocí un poquito de San Pedro Sula. Poquito me refiero al trayecto entre el hotel y la empresa, pues la inseguridad impide salir de noche.

Luego de haber trabajado bastante en Honduras, a Guatemala llegué como un zombie, pues tenía solo tres horas de sueño; pero el calor de la gente compensó todo. Se deshicieron en atenciones y todos fueron muy abiertos y amables conmigo.

Lo mejor fue un grupo de colaboradores del departamento de Ventas de la empresa, que me hicieron sentir como en casa.

Sergio ("Gato"), Hector (Giovanni, todavía no entiendo esa doble personalidad), Gloria, Marianel y mi compañero allá, Tekandi; hicieron "yunta" con el fin de hacer mi estadía placentera.

Cuando les conté que iba a ir a Antigua el sábado por la mañana, inmediatamente me dijeron que una cosa era ir en la mañana y otra de noche, y que ellos se encargarían de llevarme en la noche.

Como diría mi mamá, "renca y la empujan..." Por supuesto que accedí a tal generosidad de parte de mis nuevos amigos chapines.

Llegamos a Antigua el viernes en la noche y yo estaba congelada. Calculo que estábamos a unos 12 grados, pero para ellos era sumamente normal. Primero comimos y luego nos fuimos a la disco. Llena de europeos, la música era variada, muy movida y la gente no paraba de bailar.
Cuando ya estaba empezando a entrar en calor, prendieron las luces. Volví a ver el reloj y eran las
12:30 pm. "Sí, es que en Guatemala se acaba la fiesta a la 1 am", me dijeron. Inmediatamente pensé que en Costa Rica harían toda clase de manifestaciones, con llantas quemadas incluidas, ante una ley así.

Al día siguiente, el panorama era distinto. De camino se ve el Volcán de Agua, que en la época de la Colonia, se llenó de agua por los torrenciales aguaceros y explotó inundando toda la ciudad. Al lado está el Volcán de Fuego, llamado así porque aún sigue activo y hace pequeñas explosiones que se ven desde lejos.

El recorrido empezó con un buen desayuno, y luego, ¡a comprar!. Había de todo. Collares, pulseras y cuanta cosa se imagina uno, todo ofrecido en su mayoría por indias en las calles o en el Mercado de Artesanías.

Lo curioso de Antigua, es que los locales tienen prohibido colocar grandes rótulos en las afueras de sus establecimientos; por lo que llama la atención ver un sobrio rótulo de Mc Donald's, Burger King y Campero, que apenas ayuda para distinguirlo de cerca de los demás establecimientos.

Iglesias, Conventos y hasta un Cuartel de la Policía forman parte de la ciudad, de alrededor de 800 metros cuadrados. Y no se puede ir uno, sin antes subir al Cerro de la Cruz, que ofrece una vista panorámica de la ciudad con el Volcán de fondo. Simplemente espectacular.

En resumidas cuentas, mi estadía fue muy agradable no solo por el cariño de la gente; si no por la cultura que envuelve a un pueblo amenazado con tanta violencia.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Los enredos por una tarjeta de crédito


Antes de contarles mi anécdota, confieso que soy una enemiga pública de las tarjetas de crédito. Mi eterna canción de "no estoy interesada, por favor sáqueme de su base de datos"; probablemente le revuelva el estómago al pobre vendedor quién, al final de cuentas, está haciendo su trabajo y un un colerón debió llevarse, luego de echar todo el cuento que termina en nada.

Pero lo que son las cosas. Recientemente me dijeron que debía salir del país por cuestiones laborales y lo primero que pensé fue que todo lo tenía listo: pasaporte y visa al día. No hay problema. Hasta que me preguntaron: "¿tenés tarjeta de crédito?" "No, soy enemiga número uno de las tarjetas", contesté.

El discurso sobre la importancia de tenerla no esperó. Que si me enfermo, si se me pierden los viáticos o si únicamente me antojo de algo que me quiera comprar (razón por la que no uso tarjeta) fue parte de la lista sermoneada que me dieron para convencerme de ir a solicitar una.

Antes de dirigirme a la sucursal del Banco Nacional, llamé a oficinas centrales y me dijeron que podía ir en cualquier momento a solicitarla, que presentara únicamente una constancia salarial, recibo de agua, luz o teléfono, orden patronal y cédula. Y lo más importante, es que podía ir a dónde que me quedara mejor.

Con mis papelitos en manos me dirigí a la sucursal en el Mall San Pedro y con decisión dije: "Vengo a solicitar una tarjeta de crédito".

El joven que me atendió me volvió a ver con cara de perdido y me dijo como con miedo que el Banco no estaba dando crédito en este momento. "¿Cómo?" -le pregunté- "si yo llamé y me dijeron que solo presentara estos papeles"- y se los enseñé.

Mientras se rascaba la cabeza y consultaba con sus compañeros sobre cómo estaba el asunto, yo trataba de no alterarme por la fila de una hora que había hecho antes con tal de salir rápido de eso.

Al final se volvió y me dijo que lo iba a tramitar pero que no sería rápido porque todo lo estaban mandando para estudio. Accedí porque ya había hecho toda la vuelta, así que no me quedaba de otra. Claro, tenía que estarlo llamando o bien visitar la sucursal de San Pedro (no la del Mall) para ver si ya la tarjeta la habían entregado porque, por alguna razón, no pueden enviar las tarjetas a las sucursales donde uno hace el trámite y mucho menos al lugar de trabajo.

Salí verde de la cólera. Pero más me dio hoy, casi 28 días después de haber hecho el trámite, cuando me llamaron para decirme que "qué pena, pero que ¡tenía que tener un fiador!"

"¿Por qué no me dijeron eso desde el principio, cuando llamé?" le pregunté. "Es que los trámites cambian de sucursal en sucursal" - me respondió. Y para rematar, me dijo que tenía que ir a recoger los papeles a San Pedro para llevarlos a oficinas centrales en San José para hacer el trámite.

¡A ver! ¿Es que no existen reglas generales para hacer un simple trámite como solicitar una tarjeta de crédito?. ¿Cómo es posible que un mismo banco tenga diferentes procedimientos para un mismo trámite, dependiendo de la sucursal donde se solicite?

Evidentemente, no voy a seguir el proceso con este banco. Al final perdí tiempo, paciencia y me quedé sin mi tarjeta; para ahora darme cuenta que hay otras entidades que sí las están dando y que este banco lo único que hizo en hacer aún más engorroso un proceso como este.