
Antes de contarles mi anécdota, confieso que soy una enemiga pública de las tarjetas de crédito. Mi eterna canción de "no estoy interesada, por favor sáqueme de su base de datos"; probablemente le revuelva el estómago al pobre vendedor quién, al final de cuentas, está haciendo su trabajo y un un colerón debió llevarse, luego de echar todo el cuento que termina en nada.
Pero lo que son las cosas. Recientemente me dijeron que debía salir del país por cuestiones laborales y lo primero que pensé fue que todo lo tenía listo: pasaporte y visa al día. No hay problema. Hasta que me preguntaron: "¿tenés tarjeta de crédito?" "No, soy enemiga número uno de las tarjetas", contesté.
El discurso sobre la importancia de tenerla no esperó. Que si me enfermo, si se me pierden los viáticos o si únicamente me antojo de algo que me quiera comprar (razón por la que no uso tarjeta) fue parte de la lista sermoneada que me dieron para convencerme de ir a solicitar una.
Antes de dirigirme a la sucursal del Banco Nacional, llamé a oficinas centrales y me dijeron que podía ir en cualquier momento a solicitarla, que presentara únicamente una constancia salarial, recibo de agua, luz o teléfono, orden patronal y cédula. Y lo más importante, es que podía ir a dónde que me quedara mejor.
Con mis papelitos en manos me dirigí a la sucursal en el Mall San Pedro y con decisión dije: "Vengo a solicitar una tarjeta de crédito".
El joven que me atendió me volvió a ver con cara de perdido y me dijo como con miedo que el Banco no estaba dando crédito en este momento. "¿Cómo?" -le pregunté- "si yo llamé y me dijeron que solo presentara estos papeles"- y se los enseñé.
Mientras se rascaba la cabeza y consultaba con sus compañeros sobre cómo estaba el asunto, yo trataba de no alterarme por la fila de una hora que había hecho antes con tal de salir rápido de eso.
Al final se volvió y me dijo que lo iba a tramitar pero que no sería rápido porque todo lo estaban mandando para estudio. Accedí porque ya había hecho toda la vuelta, así que no me quedaba de otra. Claro, tenía que estarlo llamando o bien visitar la sucursal de San Pedro (no la del Mall) para ver si ya la tarjeta la habían entregado porque, por alguna razón, no pueden enviar las tarjetas a las sucursales donde uno hace el trámite y mucho menos al lugar de trabajo.
Salí verde de la cólera. Pero más me dio hoy, casi 28 días después de haber hecho el trámite, cuando me llamaron para decirme que "qué pena, pero que ¡tenía que tener un fiador!"
"¿Por qué no me dijeron eso desde el principio, cuando llamé?" le pregunté. "Es que los trámites cambian de sucursal en sucursal" - me respondió. Y para rematar, me dijo que tenía que ir a recoger los papeles a San Pedro para llevarlos a oficinas centrales en San José para hacer el trámite.
Pero lo que son las cosas. Recientemente me dijeron que debía salir del país por cuestiones laborales y lo primero que pensé fue que todo lo tenía listo: pasaporte y visa al día. No hay problema. Hasta que me preguntaron: "¿tenés tarjeta de crédito?" "No, soy enemiga número uno de las tarjetas", contesté.
El discurso sobre la importancia de tenerla no esperó. Que si me enfermo, si se me pierden los viáticos o si únicamente me antojo de algo que me quiera comprar (razón por la que no uso tarjeta) fue parte de la lista sermoneada que me dieron para convencerme de ir a solicitar una.
Antes de dirigirme a la sucursal del Banco Nacional, llamé a oficinas centrales y me dijeron que podía ir en cualquier momento a solicitarla, que presentara únicamente una constancia salarial, recibo de agua, luz o teléfono, orden patronal y cédula. Y lo más importante, es que podía ir a dónde que me quedara mejor.
Con mis papelitos en manos me dirigí a la sucursal en el Mall San Pedro y con decisión dije: "Vengo a solicitar una tarjeta de crédito".
El joven que me atendió me volvió a ver con cara de perdido y me dijo como con miedo que el Banco no estaba dando crédito en este momento. "¿Cómo?" -le pregunté- "si yo llamé y me dijeron que solo presentara estos papeles"- y se los enseñé.
Mientras se rascaba la cabeza y consultaba con sus compañeros sobre cómo estaba el asunto, yo trataba de no alterarme por la fila de una hora que había hecho antes con tal de salir rápido de eso.
Al final se volvió y me dijo que lo iba a tramitar pero que no sería rápido porque todo lo estaban mandando para estudio. Accedí porque ya había hecho toda la vuelta, así que no me quedaba de otra. Claro, tenía que estarlo llamando o bien visitar la sucursal de San Pedro (no la del Mall) para ver si ya la tarjeta la habían entregado porque, por alguna razón, no pueden enviar las tarjetas a las sucursales donde uno hace el trámite y mucho menos al lugar de trabajo.
Salí verde de la cólera. Pero más me dio hoy, casi 28 días después de haber hecho el trámite, cuando me llamaron para decirme que "qué pena, pero que ¡tenía que tener un fiador!"
"¿Por qué no me dijeron eso desde el principio, cuando llamé?" le pregunté. "Es que los trámites cambian de sucursal en sucursal" - me respondió. Y para rematar, me dijo que tenía que ir a recoger los papeles a San Pedro para llevarlos a oficinas centrales en San José para hacer el trámite.
¡A ver! ¿Es que no existen reglas generales para hacer un simple trámite como solicitar una tarjeta de crédito?. ¿Cómo es posible que un mismo banco tenga diferentes procedimientos para un mismo trámite, dependiendo de la sucursal donde se solicite?
Evidentemente, no voy a seguir el proceso con este banco. Al final perdí tiempo, paciencia y me quedé sin mi tarjeta; para ahora darme cuenta que hay otras entidades que sí las están dando y que este banco lo único que hizo en hacer aún más engorroso un proceso como este.
1 comentario:
Me acuerdo de la primera tarjeta de crédito que solicité. Apenas estaba comenzando a trabajar en la República y sabía que, bien manejada, me iba a servir. Mi primera opción fue el Bco Nacional, pero como lo han demostrado en ya bastante años en que he tenido -por obligación- que estar en contacto con ellos, su definición de servicio al cliente es "adáptese a nosotros porque nunca moveremos un dedo por ayudarlo". Me pidieron todo eso Y el bendito fiador. En eso mi madre, una excelente "manejadora" de su tarjeta de crédito, me dirigió a Credomatic, y asunto resuelto. En dos toques conseguí mi tarjeta, sin fiador, con un buen servicio al cliente, y la tarjeta me la fueron a dejar al brete. En 10 años de ser clientes de ellos, sí, me he llevado algunos colerones, pero a como manejo yo este asunto -siempre pago el monto de contado y en la fecha debida- nunca he tenido grandes problemas, y cuando me han surgido, han hecho lo posible por ayudarme. Incluso, sin solicitarlo, me "ascendieron" de tarjeta.
Yo sí creo en las tarjetas, por esas explicaciones que te dieron y otras más, pero en la tarjeta bien manejada, con responsabilidad y siempre teniendo en cuenta que está ahí como una extensión de fechas, y no como un chanchito lleno de dinero gratis.
Estoy seguro que cualquier otra entidad bancaria, que no sea estatal, te va a facilitar el trámite. Suerte!
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